Siempre me ha atraído la superioridad. Gracias a eso, me ganaste.
Me cogiste desprevenida, ¡y sabías tanto! Tantas cosas que yo entonces deseaba conocer, que aún desconocía, y que tú me acercabas antes de tiempo.
Me enamoré de ti gracias a ello. Tú sabías, y yo no. Y tan sólo veía eso.
Te absorvía como absorve la tierra seca la lluvia nueva que cae. Aunque nunca llegaste a desbordarme. Mi sed era infinita, y ningún diluvio era capaz de eso.
Pero el aprendizaje de cada uno va por libre, y bebe de diferentes fuentes. Tú fuiste una de mis principales en aquellos años, y por eso te idolatraba.
Pero un día, tu lluvia dejó de caer. Y mi sed ya no era aplacada como antes. Necesitaba más, pero tú no tenías.
Nuestros caminos se separaron, aunque los lazos siguiesen unidos.
Ahora nos encontramos a solas. Tú miras al infinito, y yo te miro a ti.
Te hablo sin cesar, buscando tus respuestas. Te cuento e interrogo. Tengo sed. Pero tu grifo está cerrado, y dudo que jamás vuelva a abrirse para mí.
Entonces, intento convertirme en lluvia, pero tú no crees necesario el riego.
¿No lo entiendes, verdad?
Nuestros caminos se han separado, y ya nada podemos compartir.
Aunque el lazo esté atado con fuerza, la tierra está seca. Y no habrá nunca más lluvia.
¿Lo entiendes ahora?
HOY: Delorean
El sueño eterno
1 comentario:
Buff! yo SÍ que lo entiendo... qué difícil! y que de cerca me toca...
Un besote, Illa ;-)
Publicar un comentario