lunes, enero 30, 2006

Sobre mí

El olor a gasolina
El humo del tabaco
El sabor de la leche
El tacto de la tela contra los dientes
El puré de verduras
Llegar tarde
El frío
Esperar
Mi pelo mojado
Contar un chiste


................Lo que no soporto

El chocolate con leche
Caminar descalza
Cantar en el coche
Tener las uñas pintadas
Ponerme las medias
Dormir en posición fetal
El olor a pintura
Que me mimen
Acariciar un gato


..................Lo que me encanta

No entiendo el por qué del hablar siempre de los demás. Tan sólo perdemos tiempo. Malgastamos palabras en temas baladíes, cuando podríamos arreglar el mundo con ellas.
No suelo hablar de los demás, y las pocas veces en que lo he hecho, la he fastidiado.Soberanamente. Lo que es más absurdo aún si se tiene en cuenta que, en realidad, nunca pienso en nadie que no sea yo (la ególatra por antonomasia).
Puedo desear que les vaya bien, que les vaya mal...afinidad o antipatía. Verdadera amistad, amor o enemistad. Pero no hay nada más allá. Tan sólo estúpidos reflejos de socialización.
Gente que hace de los demás su profesión. De la vida ajena, la propia. Es como hacer del viento tu sustento. No tiene sentido. No hay utilidad, ni razón, ni motivo
.

Me son ajenos. Seres lejanos/extraños que me rodean, pues.. . ¿Cómo saber que sus cabezas no son mera maquinaria? Si a veces dudo incluso de mi autenticidad...
Vida independiente, que se cruza. Nos acompañamos en ciertos trayectos, reímos, lloramos. ¿Hay algo más? Alguien, ninguno, nadie, tú, otro, él..
¿Cómo creer en lo que no siento?¿En lo que no vivo?¿En lo que no sueño?
Y me repito: Para qué para qué para qué...para qué querer pensar en lo ajeno

Me es más cercano el concepto humanidad, que el concepto , que miras y no sé qué piensas. Que lloras, y no abrasan mis mejillas.

sábado, enero 28, 2006

Snow world

Nieva. Y la gente observa ilusionada el paisaje blanco tras los cristales.
Nieva. Y el frío se apodera de todo. Todo lo ocupa y lo hace suyo.
Caen copos incesantes. Al principo, como aguanieve, para poco a poco dejar paso a la suavidad de la capa blanca, que va cubriendo las superficies.
Mis vecinos polacos van en camisa por la calle y charlan animadamente.
























Ayer escuchaba a un reportero desde Salzburg comentar cómo las celebraciones en honor a Mozart tenían un fondo blanco; pero con las calles de la ciudad limpias.
Aquí no limpian. La nieve se derretirá antes de necesitar hacerlo. Pero las carreteras ya se colapsan, y cabe prever que se irá la luz.
En este pueblo siempre se va la luz. Llueva, truene o nieve. Se acabará yendo.
Mis padres comentan que no estamos preparados para ello. Habrá que comprar una estufa de gasóleo.
Quizá otro año, claro.
No se atreve a salir sin cadenas. Un día se compró un coche con ruedas más grandes de lo aconsejable, por estética, y ahora no encuentra cadenas que le sirvan.
De nuevo, no estamos preparados.
Las calderas se disparan. Los niños salen a tocar la nieve e intentan hacer mini-muñecos helados.
La gente dice que pocas veces se ve ésto. Pero yo recuerdo unas cuantas. Cada vez más a menudo. Añó sí, año no. Con un ritmo intermitente. Blanco, gris, blanco, gris.
Y la montaña es la más bonita. Pero todo aumenta su belleza, pues la nieve es sabia y oculta nuestras feas arquitecturas contaminantes.
Ahora, sobre esta base blanca, sería genial poder comenzarlo todo desde cero.

viernes, enero 27, 2006

Ojeemos

Hace tiempo desafié a la autoridad y al sistema establecido.
Me negué a darle algo que me exigía sin pertenecerle, y me desafió a una pelea a la salida. Salí perdiendo. Me asustó el color de la sangre que brotaba por mi nariz, y preferí subir al autobús que no debía perder si quería volver a casa (el transporte siempre en mi vida, testigo de mis victorias y mis derrotas).
No dormí en toda la noche. Llorando de rabia, con los puños crispados, jurando venganza y odiando y renegando de mi cobardía.
Al día siguiente no tuve otro objetivo. La agarré nada más avistarla, zarandeándola como nunca antes nadie había hecho. Pura rabia encontrando su vía de escape.

Acabamos las dos en el despacho, sonriendo tímidamente y fingiendo ser buenas amigas. Ella, tratando de salvar el tipo; yo, regodeándome en su desespero (que la obligaba a alabarme a pesar suyo), y en mostrarme compasiva con ella. Pues ése fue su peor castigo: sabía que ante la justicia no podía vencer.
Nunca más volvió a exigirme nada.



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ojear1.

1. tr. Mirar a alguna parte.
2. tr. aojar (ǁ hacer mal de ojo).
3. tr. Lanzar ojeadas a algo.
4. tr. Mirar superficialmente un texto.


hojear.
1. tr. Mover o pasar ligeramente las hojas de un libro o de un cuaderno.
2. tr. Pasar las hojas de un libro, leyendo deprisa algunos pasajes.
3. intr. Dicho de un metal: Tener hoja.
4. intr. Dicho de las hojas de un árbol: moverse (ǁ menearse).

Y ahora me explican cuándo utilizan, para referirse a h-ojear un libro, la una, o la otra.

martes, enero 24, 2006

Realidad. Introducción.












-Follamos tres o cuatro veces a la semana, cuando nos vemos- profirió Carla, apurando distraídamente la última calada de su cigarrillo antes de aplastarlo contra el cenicero de la cafetería.
Sus compañeras la miraban entre divertidas y atónitas.
"Ya sé lo que pensáis"- se decía-"pero me importa un bledo".
-Pero...¿estás segura de lo que vas a hacer, Carla? - le preguntó una de ellas tímidamente.
-Nunca he estado tan segura de algo en mi vida-
Se miraban entre ellas, y Carla sabía que nunca la comprenderían, dijese lo que dijese.
-¿Veis este cigarrillo?-les espetó- Es mi último cigarrillo, y éso es precisamente lo que voy a hacer con mi actual vida (y con todas vosotras, panda de alimañas)-
Veía la compasión en sus miradas, se daba cuenta de los comentarios que circulaban a su paso:
¿Ya lo sabes?
Sí, se ha ido a vivir al campo..¡sola!
No sólo eso: resulta que se ha echado novio allí, y va a dejar el trabajo para dedicarse a él. Dicen que incluso va a las reuniones de punto de cruz con las mujeres del barrio.
Siempre creí que era un poco autista...
Y así eternamente.¡Qué les den!

Cuando se había trasladado definitivamente a ese pueblucho de mala muerte cerca de las montañas, todos pensaron que no era más que una locura pasajera.
-El estrés- decían- seguro que allí encuentra la tranquilidad que necesita durante un tiempo-
Nunca habían conocido persona más urbanita que Carla, y para ellos, que el súmmum del relax era un spa y que el concepto de naturaleza se resumía en zoo, su inusitado traslado se debía a una simple extravagancia.
Pero cuando llegó contando que se había echado aquel novio pueblerino, tercero de cinco hermanos, que había aprendio a cocinar empanadillas caseras en su cocina, o lo bien que se lo había pasado en las fiestas del pueblo...no podían más que fruncir el ceño y darla por causa perdida.
La gota que colmó el vaso llegó cuando anunció su dimisión para dejar de trabajar definitivamente, al menos en la ciudad.
¿Se había vuelto loca?

Pero Carla sabía bien lo que hacía. Había nacido en la ciudad, crecido en la ciudad, vivido, viajado, adentrado en todo tiempo de ciudades; y nunca le habían aportado más que promiscuidad, estrés, consumismo y experiencias con un pederasta.
Al principio nada de eso le había parecido mal. Lo malo que le había sucedido había sido por causas ajenas, y lo demás; bueno, lo demás era lo que hacían todos. Lo que se suponía que se debía hacer y que, por supuesto, debía hacer ella.
Hasta que se preguntó hasta qué punto merecía la pena vivir para algo que no fuera ella misma.


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sábado, enero 21, 2006

Catarsis

Día gris. Enero. ¿Quizá 8 grados? Tareas pendientes postergadas infinitamente. En vista la desgana, pereza, aturdimiento.
Antes, desayuno revitalizador. Rebanadas de pan con mantequilla. Leche teñida con chocolate en polvo.
Mañana de invierno. Cielo encapotado, grisáceo y triste. Suave música melódica. Sed de ser, de abarcar.
Paisajes domésticos, reloj ticteante. Electrodomésticos y enseres. El suelo: baldosa fría. Mi cuerpo cálido. El tuyo, ausente.
Avanzan las horas como segundos. Subo el volumen de la música hasta quedarme sorda. Basta de letanía.
Dejarse llevar sin pensar en nada. Ni consecuencias, ni errores, ni éxitos. Sólo mi humanidad.
Niña de trenzas doradas. Corre al parque y, en el columpio, sube y sube. Quiere llegar al infinito para obtenerlo todo. Para deshacerse de todo.
Un día morirás y nada quedará de ti, salvo tus despojos. Abraza la nada insondable ahora que puedes. Besa el aire. Acuna al viento.
Y sonríe, ríe, llora, ama.
Catarsis. Orgasmo.
Lo demás no existe.

miércoles, enero 18, 2006

El salto

Mañana: Mi primera presentación a cliente.
Llámenme i., nervios de acero.




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lunes, enero 16, 2006

Danza

Un vestido negro de espalda descubierta y un traje con corbata azul bailaban cogidos de las pinzas, a la manera circular.
Vueltas y vueltas sobre sí mismos. Se miraban los vacíos y sabían que estaban hechos el uno para el otro.
De vez en cuando, el botón que se desabrochaba,el tirante que caía.Y entonces abandonaban la pista y salían a apaciguar su calor con caricias de tela y aire fresco. Perfumes de violetas los envolvían, y hasta Luna les echó un guiño en halo de luz, iluminando su danza.
Las vestimentas de alrededor les miraban con esa atónita expresión, mezcla de perpejidad y envidia, que sólo la hermosura verdadera es capaz de provocar.
Hasta que llegaron los cuerpos, que todo lo toman a la fuerza.
Suplicando compasión, ambos perdieron sus virginidades hechos jirones, y no de la manera en que habían soñado.

domingo, enero 15, 2006

viernes, enero 13, 2006

De trópicos y libertades


Que Henry Miller era un nihilista, iconoclasta y artista. Precursor de la generación beat.
Genio en ensalzar lo burdo y la mediocridad a niveles de obra de arte. Vitalista y libertario. Rebelde. Pionero.
Nadie me explicó nunca nada de Henry Miller, ni de Jean Genet, Céline, Burroughs o Kerouac.
Sólo me hablaban de Cervantes, Bequer, Lope de Vega, Kafka..y hasta ahí. Parece que murió Kafka y ya no fue necesario introducir más escritores en los temarios. Mucho menos si son extranjeros.
Pero yo no iba a hablar de eso.
Que Henry Miller se zambullía en la miseria, se arropaba con ella, se inundaba de todo lo soez...y lo iluminaba. Nos mostraba así las carencias de un sociedad alabada, y al mismo tiempo cómo no todo lo vituperado es malo. Que lo humano es bueno. Que el sexo, lo escatológico, los errores, las maldiciones...son tan humanas y válidas como todo lo demás, o más.
Este inundarse en el barro para conseguir sacar lo mejor a la superficie me es familiar. Es lo que yo, inconscientemente (aunque ya no tanto), hago. Ir a lo oscuro e inundarme de ello para quitarle importancia y despertar. Y entender (Que no es oro todo lo que reluce. Que hay cosas que no relucen, y son oro) .
Decía Miller que vivir sus deseos, agotarlos en vida, es el destino de toda existencia.
No sé si es el destino. Es lo que todos deseamos, pero ni siquiera sé si es lo correcto. ¿No nos convierte eso más que en meros ególatras?
Su huida de toda colectividad y convención social, su rechazo a la sociedad y su total desvinculación...me parecen del todo válidos y loables como reivindicación y dejan su mensaje claro. Cumplió un objetivo en un momento determinado: aportó otras visiones que consiguieron despertar sectores dormidos de la sociedad, y hacer que lucharan por cambiar cosas censuradas y visiones estancadas e involutivas. No calló. Era necesario.
Pero como acto individual: simplemente machacar y escapar de todo. Rehusar sociedades. Tener como objetivo el propio ombligo... Éso acaba llevando a un punto muerto del que debe ser difícil escapar.
Sin unión dudo del cambio. Sin visión general, no hay avance.
Así acabó todo: comido por el capitalismo. Ese gigante que crece y crece, que arrasa con todo a su paso y parece no tener rivales. Supongo que porque su fuerza, precisamente, reside en el uso del conjunto, de la colectividad, del la unión hace la fuerza; y mira su propio ombligo, pero ataca al de sus posibles enemigos (¡y cómo!). Y así avanza y avanza (a saber hacia dónde, pero de momento no hay punto muerto).
Pero Miller fue un paso necesario. Nos dijo que lo que diferencia a la mayoría de los hombres de unos pocos es su incapacidad para actuar de acuerdo a sus pensamientos (y en eso aún estamos). Defendió la liberación sexual y moral. La libertad en mayúsculas. Y a él gracias.
Pero no puedo defender la libertad absoluta, sin ley o valores que nos rijan. No puedo defender el desligamiento total de las sociedades para pasar a ser individuos regidos por propios deseos.
Y en ésto estoy con Vargas Llosa, pues yo tampoco creo que un individualismo tan extremo nos llevara a otra parte que no fuera la época del garrote y el gruñido.
En ello no veo más que caos, y desorden. Pues incluso en los libros de Miller, famosos por su brillante desorden, existía la coherencia de la escritura.

miércoles, enero 11, 2006

El susurro de las calles


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Vuelvo a caminar por antiguas calles rutinarias, de mi ex día a día. Es curiosa esta emoción que me embarga, pues sólo son calles. Pero no existe mi pasado sin ellas, y su sucio gris, su iluminación, su ritmo y su tono traen a mi memoria mi yo de aquel entonces. De hace apenas unos años.
Camino ahora volviendo sobre mis pasos, con algo más de experiencia y bagaje. Con más. Evolucionada. Añorando todo aquello que fui y que sigo siendo.

De nuevo el repiqueteo de mis tacones, unos diferentes, sobre las mismas calles.
Bajo tierra, la misma estación de metro está ahí para mí. Siempre aguardándome pacientemente. Fiel a pesar de mi larga ausencia.
El mismo ambiente camorrista y pendenciero (casi se me olvida que existe este ambiente), una tienda de discos dónde antes no había nada, un quisoco en traspaso... y gente nueva y la misma gente.

Vuelvo sobre mis pasos y puedo recordar quién soy. Lo había olvidado.
Ahora sí reconozco mi reflejo.

martes, enero 10, 2006

Lucha de Titanes


Mi lado más humano versus el animal y agresivo. Mi generosidad versus mi egoismo. Mi imparcialidad versus mi partidismo. El sentimiento versus la razón. A un lado mis mejores deseos, al otro, mi superficialidad.
Y siempre igual.
Tirantez de lado a lado, que agota y exaspera.

Por ello soy capaz de lo mejor y de lo peor, de darlo todo; o negarlo sin clemencia, de pedir perdón sinceramente; y al instante utilizar sin miramientos. Aunque nunca traicione.
Y ante mí el capricho esperado, que he conseguido que me ofrezcan a pesar de ellos mismos, persuadiendo. Un inútil complemento. Y, en vez de saborear el dulce cáliz de la victoria, los remordimientos no consiguen sino acongojarme.
La injusticia del alto coste de un simple accesorio se presenta ante mí y se clava en las entrañas.
Nunca más.
Gente sin techo en la acera de enfrente, y el maldito innecesario cuelga de tu brazo.
Algo no va bien en mi cabeza.
Y a la inversa. Pues me veo incapaz de denunciar una injusticia a causa de mi lado humano, que siente empatía por sus congéneres y disculpa todos los crímenes por ser éso: humanos.
Mi egoísmo versus mi compasión, mi superficialidad versus mi conciencia...

Me pregunto si no será todo culpa de mis actos, que hacen oídos sordos al pensamiento, o si en cambio no será éste el que no sabe más que dar por saco.

lunes, enero 09, 2006

martes, enero 03, 2006

Presente, futuro imperfecto

Estas Navidades yo también me preguntaba hacia qué mundo nos dirigíamos.
¿Realmente están mejorando las cosas?¿Nuestro nivel de vida? Y si es así, ¿a costa de qué?
No importan las utopías que quepan en mi cabeza, importan los hechos. Y los hechos son grises, austeros y deficientes.
El asalariado es el esclavo moderno. Sí. Parto de esta premisa. Que me parece tan cierta como el peso de la realidad (aunque haya días en que esa realidad parezca volátil).
Hoy en día son necesarios dos sueldos para acceder a una vivienda (y algunas ni dignas). Son necesarias horas extras o trabajos dobles para pagar las hipotecas. Hipotecas de hasta a 40 años (y a 50 para los más jóvenes). Horas extras que muchísimas empresas no pagan, pero que el trabajador se siente coaccionado a realizar, sino quiere ser despedido.
Sociedad del consumo en que un cortado vale 1 euro, un viaje de tres zonas 2,90, una copa en una discoteca 12 euros, un menú del día ronda los 8 euros mínimo y llegar a los 1000 euros al mes se considera óptimo y buena suerte (??!!).
Supongo que ése es el panorama general.
Y mientras tanto, nos aferramos a nuestro sentido de supervivencia, ilusiones y esperanzas, gracias a las cuáles hemos llegado hasta dónde hemos llegado. Grandes valores del ser humano, nuestros verdaderos tesoros.
Yo creía que si todo el mundo actuaba de acuerdo a unos valores universales que todos consideramos óptimos, si todos nos negamos a aceptar las injusticias del sistema, si rechazamos el ser explotados y nos rebelamos..las cosas podrían cambiar.
Y aún lo creo.
Pero nunca nos pondremos todos de acuerdo ni todos nos negaremos en redondo (jamás todos los chinos saltarán a la vez, en el mismo segundo). Los jóvenes lo tenemos más fácil, pero es diferente cuando vas asumiendo responsabilidades y otras personas dependen de ti. Cuando hay más cosas en juego y miles de factores coartan tu libertad de acción, e incluso de expresión.
Si hay intereses mayores que guían a los medios de comunicación, no es diferente nuestra vida, cuyos patrones cortan nuestros superiores.
Desechada esta posible solución, queda la alternativa de convertirse en empresario (sólo aquellos con iniciativa se considerarán libres). Pero una sociedad formada únicamente por empresarios dudo mucho que sea factible, y debe distar bastante de una sociedad perfecta. Se vuelve a hablar en términos de privilegiados, y no tan privilegiados.
Única vía posible: el gobierno. Votar a partidos políticos que realmente nos lleven al cambio. Que utilizen su poder para mejorar estas insuficiencias y dar un vuelco al sistema. Que sea capaz de desligarse de los cordones umbilicales que los unen a intereses puramente económicos y tenga su único punto de mira en el hombre.
¿Cómo conseguir que la gente vote al partido correcto, que distinga entre los hombres de principios y los simples bufones? Más cuando tienen como fuente primaria y casi única la TV, cuando no les interesa la política y desconfían de todo lo ajeno.
Formación. La formación se presenta siempre ante mí como la base necesaria de todo. Formar a las personas para que aprendan a hacer juicios de valor. Para que tengan en cuenta no sólo las fuentes que se les otorga sin esfuerzos, sino que sean activas política y socialmente y busquen, investiguen, critiquen..
Una sociedad sin espíritu de crítica, sin población que se incline hacia el autoanálisis... estará siempre condenada a la esclavitud.



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