Gracias

Eduardo Haro Tecglen ha fallecido.
Lo conocí por casualidad, dentro de la blogosfera (error mío el no haberle descubierto antes), y enseguida leí sus "artículos" ávidamente casi a diario.
Un día, tropecé con su columna en El País, que tantas veces había leído sin fijarme apenas en su nombre, y me avergoncé al recordar la familiaridad con que me había dirigido a él en alguno de mis comentarios en su blog, pensando (tonta de mí), que el ser periodista de renombre aleja inevitablemente a la persona del resto de sus congéneres.

Eduardo Haro Tecglen nos unió aún más a mi tío y a mí.
Surgió durante una de nuestras conversaciones este verano, y resultó que, a causa de su trabajo, él lo había conocido.
Me habló de él como de una persona sumamente humana y cercana. Amable y altruista.
No esperaba menos.

Anoche un grito de horror escapó de mi garganta.
Sabía que era mayor, pero la admiración empuja a veces a la creencia en seres intocables por los avatares mundanos, y para mí él lo era.
Esta mañana, al grito le acompañó un vuelco del corazón y un llanto reprimido.
Pero me queda el consuelo de que vivió una larga vida: nos brindó su larga vida; expresando lo que deseaba y lo que es más importante, haciéndonos partícipes de ello, invitándonos a la reflexión y regalándonos la permanencia de sus escritos.

A Eduardo: Gracias por todo.