Ayer me enamoré de nuevo. De la franqueza, del sentir a flor de piel, de las palabras, y sobretodo, de ella: de Lila.
"A todos nos ha pasado. En algún momento de nuestra vida, probablemente cercano a la adolescencia, se ha cruzado en nuestro camino alguien que con su sola presencia pone nuestro pequeño mundo del revés, alguien cuyo irresistible atractivo nos hace cuestionarnos conceptos que hasta ese momento creíamos conocer bien como el deseo, la atracción sexual y la pasión, alguien con quien fantaseamos hasta lo enfermizo y que nos hace perder la cabeza hasta tal punto que, si en algún momento se digna a dirigirnos la palabra, nos convierte en una especie de marioneta sin hilos, incapaz de reaccionar o incluso pronunciar una palabra ante su presencia, mientras nuestros ojos brillan diciendo todo eso que nos arde por dentro. A Chimo, un joven de origen magrebí que vive en un barrio de la periferia de esa Marsella que tan bien conocemos gracias a la filmografía de Robert Guedigian, le acaba de pasar. Su mundo se tambalea gracias a un ciclón en forma de rubia de rostro angelical y formas rotundas que bien podría encarnar el erotismo en estado puro, una suerte de lolita que, como ella misma dice, destaca en ese barrio como un ferrari en un desguace. Lila, con su aire inequívocamente francés, sus blancas curvas y su faldita que se mece al ritmo de su bici, no parece pertenecer en absoluto a ese mundo musulmán de segunda generación que aun se rige por reglas ancestrales y en el que no parece que haya muchos visos de futuro para unos jóvenes que parecen más destinados a la delincuencia que a progresar más allá de los estrechos límites del barrio.
Pero a Lila no parece importarle nada el mundo que le rodea, ni el caos que provoca su sola presencia a su alrededor. Lila suelta por su boquita sensual procacidades que harían sonrojar al más liberal de los mortales, sugiere un mundo de experiencias sexuales que excitarían la imaginación más fértil y, a modo de prólogo a todo lo anterior, empieza por seducir en un columpio desde el que muestra sin el más mínimo pudor su sexo a un paralizado y fascinado Chimo, que no tiene ni la más remota idea de por qué esa chica hermosa y desconcertante le ha elegido precisamente a él para hacerle víctima de sus confidencias, una relación que despierta en él una pasión enfebrecida con la que no sabe manejarse muy bien. Aspirante a escritor que no acaba de decidirse a dar el paso que le abriría la puerta hacia otra vida, Chimo encuentra en Lila y sus historias de alto voltaje el empujón que necesita para empezar a poner unas palabras delante de otras en el papel mientras el mundo, la vida que hasta entonces había conocido, comienza a articularse alrededor de esa chica incandescente que despierta su vena soñadora y cuyo comportamiento sensual parece estar continuamente bordeando el límite de lo que es normalmente aceptado. Lila Dice es una película del director libanés formado en los USA Ziad Doueiri que ganó los premios al Mejor Guión y al Mejor Actor en el pasado Festival de Cine de Gijón y que tiene (además del irresistible atractivo de descubrir a una actriz incandescente como Vahina Giocante) multitud de elementos que la hacen una de las propuestas más interesantes llegadas a la cartelera de Mérida en los últimos tiempos. No se la pierdan "
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Autor: DAVID GARRIDO BAZÁN
PD: Maravillosa. Pero qué iba a decir yo sobre una joya que no diga ya David Garrido.
Y la BSO de Nitin Sawhney: genial.
3 comentarios:
Yo aún me enamoro de Lilas. El barrio donde vivan es lo de menos.
Mujeres sencillas, salvajes, emotivas, sinceras... claras como el agua, mujeres que miras a los ojos y te lo dicen todo, que no esconden nada, puesto que no hay nada por esconder.
Creo que, a una mujer, esto también debe atraerle de un hombre... debe o debería.
Me dices que me pasas un testigo, un testigo que recibí de otro bloguero ayer mismo. Soy incapaz de responder.
Tan solo podría responder la última pregunta.
Un revolcón con más de una bloguera, sin prioridades, tal como sois aquí, en el blog. Tu, una de ellas, claro.
Gracias por descubrirme algo tan grande en estos momentos... es justo lo que necesito.
Emotvidad de deseos sensuales sin lógica ni parangón...
De nada Steam Man, encantada de mostrar pequeñas joyas. Bueno, a mí me encantó.
Pau tienes razón. Al menos a mí, eso también me atrae de un hombre. La frescura y sinceridad atrae venga de quien venga.
Gracias por tener en cuenta lo de la cadena! ;).
Bienvenida Noruega Negra.
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