Arrinconado en una habitación oscura y lúgubre. Húmeda.
Sentado, sus pies descalzos contra en el frío suelo. Las rodillas flexionadas, su cabeza y brazos apoyados sobre ellas. Tiritando.
Obligó a pasar ante sí a todos los fantasmas de su pasado, presente y futuro.
Les obligó a insultarle, escupirle, denigrarle. A odiarle. A que le convencieran de su nulidad.
Soportando injurias, agravios, desprecios, reproches. Las lágrimas caían sin fin. Se mordía los labios. El sabor salado se mezcló con el amargor de su sangre.
Se mecía sin cesar, mientras sentía su ineptitud.
"No valgo nada, no soy nada, no merezco nada""No valgo nada, no soy nada, no merezco nada".
En un bucle infinito.
Sabía que sólo así, convenciéndose de ello, acabaría con la maldita esperanza. Malditas malditas ilusiones que no le dejaban morir.
Que le azuzaban sin cesar a seguir luchando, que no le permitían amedrentarse.
Sólo odiándose a sí mismo escaparía de ella.
Y por fin, nada le importaría.
6 comentarios:
Es bonito lo que has escrito hoy, amiga. Yo también te visito, pero habitalmente no dejo comentarios por razones de verticalidad.
Gracias por tu ultimo comnetario en el mío, y, sí, es verdad, se ha creado una curiosa comunidad sentimental/ideológica en torno a Eduardo Haro. Un abrazo, Roberto.
Llego desde Gatopardo. Encantado de encontrarte, a juzgar por lo que te he leído.
Un saludo.
Terrible alternativa, si el precio a pagar por el olvido es la autodestrucción, prefiero no olvidar.
Rescatar "la memoria del olvido", (como dijo otro tremendo Eduardo, Galeano,en este caso), es una tarea espinosa , pero a veces muy gratificante. Se trata de pasar de puntillas sobre los malos momentos para que nos reciban los buenos y AISLARLOS. Así nos acordamos de que también hemos sido felices y que tenemos la posibilidad de volver a serlo.
Caperucitaconbotas.
Soy una maleducada... Me está gustando mucho este sitio, gracias, Illa!
Encantada yo, de recibiros a vosotros (nada de maleducados)
Un saludo.
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