De nuevo frente al ordenador, la noche no parece tan noche. Cuando escribes en el papel el silencio te rodea y todo se hace más íntimo. Aquí, aporreando un teclado..el escribir pierde un poco de su encanto.
Pero en contrapartida las palabras salen más ágiles, y la mano, al notar menos el cansancio, permite una mayor elasticidad en las frases.
Noche más ruidosa, porque el zumbido de la torre se deja oir en su silencio. Y todo es luz y destello. Y los ojos agonizan. Pero qué importan los ojos cuando los pensamientos vuelan y pueden ser transcritos tan velozmente.
Ventajas del s.XXI.
Me dispongo a ver una película premiada, que quizá en otro comentario comente (valga la redundancia. Pues, !que se hace en los comentarios sino comentar!Lázaro Carreter escribiría un artículo criticándome)..pero mi ánimo se encuentra un poco apesadumbrado (lo normal en estos días, parece ser). Siento un brinco en el corazón que no me deja descansar, y este maldito desasosiego que me persigue..Y no me deja admirar mi afición, mi obsesión..mi cine. Porque lejos de estar concentrada en lo que veo, pasan ante mil las mil y una ofertas de empleo que demandan a alguien con experiencia. Y los inexpertos, tristes olvidados, quedamos en el olvido del noser.
Permanezco a la espera de un eterno contestador, y mi corazón de nuevo brinca con cada nueva voz que le habla desde el otro lado. Pero no se dirige a él y el brinco se vuelve hueco.
Hueco hueco hueco hueco hueco. Hueco por mil veces hasta perder el sentido.
La repetición hace la nada. Quizá si brinco alto alto muchas veces y muchas veces repita así mi nombre desaparezca y yo misma sea nada, o sea..hueco.
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