Hoy he ido a una entrevista de trabajo.
No es que quiera dejar el mío, pero unos ex-compañeros dieron mi nombre, por lo que me sentía en compromiso con ellos, y también, por qué no, por curiosidad.
Fui mucho más segura que hace un año, cuando buscaba mi primer trabajo en serio (quiero decir, no trabajando por nada). Claro que entonces no tenía nada y quería encontrar algo desesperadamente, y ahora iba más relajada, con mi trabajo en el bolsillo y opciones dónde elegir. La situación no era la misma.
Pero sí. Me vi más segura, y, sobretodo, sabía qué buscaba y qué quería. Qué preguntas debía hacer, qué era lo superficial, y qué lo importante. Y no me dejaba cegar por las flores que se echaban en propio tejado.
Trece meses después, he aprendido algo del mundo laboral. O eso me ha parecido.
Pero mi mayor seguridad ha hecho flaquear uno de mis puntos débiles: la sinceridad y espontaneidad.
Me cuesta mentir (aunque no omitir). Y ante preguntas directas mis verdaderos pensamientos salen por mi boca sin pagar peaje antes, por lo que a veces pueden ser muy inoportunos.
Lo dije todo. Lo que me parecía bien, lo que me parecía mal...Aunque casi en el mismo instante me pregunté si debía haberlo dicho o no. Pero no me retracté de lo dicho, porque creo en ello firmemente.
Él casi me ayudó a explicarme, para acto seguido decir que no opinaba lo mismo. No me importaba, y así se lo dije. Era mi opinión.
Hay cosas que no funcionan bien en este sector de cara a los trabajadores. Y hay otras que, sin embargo, parecen hasta privilegios. Pero no por ello hay que dejar de poner las cosas en su sitio.
La oferta no me interesaba. Y también se lo dije. Le disgustó. No creo que tanto porque quisiera contratarme como por el hecho de que no deben estar acostumbrados a que una casi inexperta rechace sus ofertas.
Pero ofrecían menos, y rebajaban mi cargo (aunque no el nombre del mismo, siempre saben guardar las apariencias).
Salí contenta porque en ningún momento dudé de mí misma durante toda la entrevista, aún sabiendo que teníamos puntos de vista opuestos en ciertos aspectos. Y porque su oferta confirmaba todos mis razonamientos. Aunque haya gente que aún no se haya dado cuenta.
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7 comentarios:
Todo un lujo poder ser el rechazador y no ser el rechazado.
Genial la versión :)
Pues no te arrepientas mucho...
has tomado cumplida venganza por todos los que han salido escaldados de esos eventos, que son muchos.
Hay un corto cojonudo sobre eso. Igual un día lo cuento
Se feliz
Ojala pudiera imitarte, es algo que siempre he pensado. Ir a las entrevistas de trabajo y rechazar, no sentirme siempre por debajo. Opinar con sinceridad y rechazar si no me gusta!! Enhorabuena!!
Saludos de otro caminante (tanto físico como "psíquico")
¿Necesitas a un coco eunuco que te lleve la agenda?
Oye, pues qué bien hiciste, no tenías nada que perder y te arrojaste al decir lo que pensabas realmente...
Un abrazo.
Demasiado valiente para vivir tranquila.
No está mal.
Tienes razón Ella, con eso no se puede vivir tranquila. Y en realidad ni siquiera soy valiente, simplemente aveces se me escapan las verdades involuntariamente, es una cto reflejo que juro intento corregir. Pero las veces en que he mentido...ha sido aún peor. Pero sí, luego siempre tenes esa intranquilidad rondándote, aunque sabes que al menos, eres fiel a ti misma (que no siempre me pasa)
Jaja coco, a veces creo que sí, ¿te podré llamar? ;).
Saludos Carlos, encantada de verte por aquí. Yo creo que si eso es lo que sentimos que debemos hacer..hagámoslo. Quizá te lleves una sorpresa y lo valoren más de lo que creemos, ¿no?. Lo malo es que hay que arriesgarse.
Zifnab!¿Qué corto? Ahora estoy intrigada..-_-
¿A que sí Asuryan? Me he enamorado de esta canción. Quizá me crucifiquen por esto..pero me gusta más que la de Depeche (ssshh)
Sí chocoadicta, creo que ha sido positivo al fin y al cabo. Al menos me he demostrado que ya puedo ir más tranquila a las entrevistas!
Un beso a todos!
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