Asqueada de la gran ciudad. De las rebajas, el tráfico intenso y las obras en Diagonal. De coger autobuses y esperar en paradas. Harta de madrugones y de las hojas de excel. De Power Points, propuestas, valoraciones...Cansada de la deformación profesional que hace que me fije en cada oppi, doble página, muestras de la prensa gratuita, encartes, traseras interales y morphings.
De no ver más que la competencia y las novedades producto de tendencias sociales en el lineal. Ahogada del calor sofocante y el humo de tubos de escape.
La casa, deshabitada, es jaula que simula libertad. El espacio es cada vez más finito (que la infinitud es una ilusión). Que noto ya el agua que escasea y los placeres que aturden.
Necesito vacaciones.
Aún más esparcimiento. No madrugones. No trabajos. No deberes ni análisis de la situación.
Mañana. Oh el mañana! En el mañana me planto y tomo un leve respiro de 3 semanas. Me pelearé por el mismo aire con cientos de personas que buscarán lo mismo que yo. Me da igual. Es un alto compartido, pero alto al fin y al cabo.
Y a quien diga "haz", le muerdo.
Powered by Castpost
viernes, julio 28, 2006
sábado, julio 22, 2006
querer, es, poder
Puedo parecer una hipócrita cualquiera, pues mi pensamiento y mis actos rara vez parecen converger (¡cuántas veces compadezco las desgracias ajenas sentada desde el diván y he renegado de aquello que, por tal o cual, resulta ser mi bandera!)
Pero no se trata de hipocresía, pues digo lo que pienso y siento, aunque luego nunca dé el siguiente paso (Me quedo en la comodidad del mirador y la teoría, y mis prioridades abandonan el punto de mira puesto en los demás y lo vuelcan en mi ombligo.)
Por eso, simplemente, ante problemas ajenos e incluso propios, suelo expulsar el puñal que desgarra el estómago en forma de reflexión..y a otra cosa (flaco favor ofrecen los blogs a ésto).
En el fondo, se trata de un problema de pasividad, de no proactividad. En general, para todos los objetivos que van surgiendo.
Tengo la tonta impresión de que con quererlo basta, aunque sepa que no es así.
Es un acto reflejo natural que repito incesantemente: quiero que los jóvenes luchen (como si yo misma no fuera una de ellos), así que lo digo en voz alta... y ya está. Quiero lograr metas, y por quererlo creo que vendrán solas. Quiero placer, y el imaginario cree que se le procura gracias al simple deseo...
Quiero ésto, quiero aquello, lo otro, quiero, quiero, quiero, ¡quiero! ¡QUIERO!.
Maldita palabra con tamaño sentido en mi boca.
Ran Pam rapataplán
Sería una tormenta de truenos, rayos y relámpagos. La lluvia no comenzaría hasta bien entrada la madrugada y dormiría con desasosiego. Él se levantaría para cerrar las ventanas abiertas de par en par, y ella le gruñiría cuando encendiese la luz de la habitación.
Más tarde, sería ella la que se levantase ante el saltar de los plomos.
Y así transcurriría la noche. En un ir y devenir de pisadas, quejidos y murmullos. En un ir a regañadientes y un devenir pesado y quejumbroso.
Al cabo de apenas 4 horas tocaría levantarse e ir al trabajo.
¡Mierda! !Las tormentas están para disfrutarlas, no para hacer de vigía!
Más tarde, sería ella la que se levantase ante el saltar de los plomos.
Y así transcurriría la noche. En un ir y devenir de pisadas, quejidos y murmullos. En un ir a regañadientes y un devenir pesado y quejumbroso.
Al cabo de apenas 4 horas tocaría levantarse e ir al trabajo.
¡Mierda! !Las tormentas están para disfrutarlas, no para hacer de vigía!
jueves, julio 13, 2006
De mitos y héroes
Allí estaban ellos. Con sus camisetas de Superman azul intenso, su bote de Coca-Cola y las palomitas saladas (que no falten). Los apodados frikis por tener como mito un héroe de ficción y hacer ostentación de ello.
Allí estaban. Los etiquetados por vivir algo con pasión intensa en un mundo en el que todo es des-, light o sin.
¿La película?. Bien. Mal, gracias. ¿Qué importa una película ante la pasión por un mito? Baste con que la alimente.
Allí estaban. Los etiquetados por vivir algo con pasión intensa en un mundo en el que todo es des-, light o sin.
¿La película?. Bien. Mal, gracias. ¿Qué importa una película ante la pasión por un mito? Baste con que la alimente.
miércoles, julio 12, 2006
Podría acostumbrarme a ésto. A dormir cada noche a tu lado, aunque nos separasen unos centímetros. A abrazarte cada vez que sonase el despertador; a tu silenciosas entradas por la puerta y a la suave manera en que me riñes por mi desorden.
Podría acostumbrarme a ésto y entonces, cuando no estés, ponerme inmensamente triste.
Sin televisores ruidosos que me hagan compañía mientras leo y sin manos pausadas acariciando mis rodillas ni la estancia en casa será lo mismo ni las horas de intervalo tan larga espera.
¡Ay!¡Podría acostumbrarme tanto a esta rutina de besos sin importancia y sonrisas apaciguadoras!..que cuando llegue el día, me tiraré de los pelos para ver si el dolor consigue que la ausencia se desvanezca.
Powered by Castpost
Podría acostumbrarme a ésto y entonces, cuando no estés, ponerme inmensamente triste.
Sin televisores ruidosos que me hagan compañía mientras leo y sin manos pausadas acariciando mis rodillas ni la estancia en casa será lo mismo ni las horas de intervalo tan larga espera.
¡Ay!¡Podría acostumbrarme tanto a esta rutina de besos sin importancia y sonrisas apaciguadoras!..que cuando llegue el día, me tiraré de los pelos para ver si el dolor consigue que la ausencia se desvanezca.
Powered by Castpost
Etiquetas
Amor,
Cariño,
Compartir,
Cotidianeidad,
Momentos
domingo, julio 09, 2006
Tremendamente sola
De repente me sentí tremendamente sola.
Me había separado de mis compañeras varias estaciones atrás, en el metro. Y éste llevaba diez minutos parado a causa de una incidencia. Toda mi familia se encontraba a kilómetros de distancia y mi compañero, a unos 40. Me acordé de lo acaecido en Valencia y un ligero ataque de pánico se apoderó de mí.
Y me sentí sola. Pues, ¿qué me unía a esta ciudad? ¿Por qué pintaba yo algo más aquí que en otro lugar?. ¿Por mi trabajo? Ninguno es para siempre. ¿Por mi pareja? Podíamos cambiarlo todo...
Unas jóvenes japonesas se sentaban frente a mí y me recordaban mi anhelo de visitar aquel pais y, quizá, compartir su estilo de vida.
Un vagabundo pedía la voluntad a cambio de kleenex para no dormir como un perro, en la calle.
Una sudamericana a mi lado hablaba a través de su teléfono móvil con el manos libres puesto y sin saber cómo quitarlo.
¡Y todo era tan cosmopolita! ¡Y todo era tan ajeno! ¿Qué pintaba yo allí?¿en aquella ciudad?¿En aquel metro?¿Hacia dónde viraba mi vida?
Me dejé llevar por la corriente para acto seguido arrepentirme de no haber aprendido a nadar mejor y así conducir según la fuerza de mis brazos mi propia vida.
Powered by Castpost
Me había separado de mis compañeras varias estaciones atrás, en el metro. Y éste llevaba diez minutos parado a causa de una incidencia. Toda mi familia se encontraba a kilómetros de distancia y mi compañero, a unos 40. Me acordé de lo acaecido en Valencia y un ligero ataque de pánico se apoderó de mí.
Y me sentí sola. Pues, ¿qué me unía a esta ciudad? ¿Por qué pintaba yo algo más aquí que en otro lugar?. ¿Por mi trabajo? Ninguno es para siempre. ¿Por mi pareja? Podíamos cambiarlo todo...
Unas jóvenes japonesas se sentaban frente a mí y me recordaban mi anhelo de visitar aquel pais y, quizá, compartir su estilo de vida.
Un vagabundo pedía la voluntad a cambio de kleenex para no dormir como un perro, en la calle.
Una sudamericana a mi lado hablaba a través de su teléfono móvil con el manos libres puesto y sin saber cómo quitarlo.
¡Y todo era tan cosmopolita! ¡Y todo era tan ajeno! ¿Qué pintaba yo allí?¿en aquella ciudad?¿En aquel metro?¿Hacia dónde viraba mi vida?
Me dejé llevar por la corriente para acto seguido arrepentirme de no haber aprendido a nadar mejor y así conducir según la fuerza de mis brazos mi propia vida.
Powered by Castpost
Etiquetas
Corriente,
Futuro,
Indecisión,
Soledad,
Transporte,
Vida
miércoles, julio 05, 2006
Pero seguimos
Me contó que su madre murió y su padre se volvió a casar con otra mujer cuando ella tenía siete años. Que le dolía en el pecho ver a su padre acostándose con otra que no fuera su madre, y que eso le encogía el corazón. Me contó que se fue a vivir con su tía Carmen, y que conoció a su marido allí mismo, en Granada. Y cómo su marido era un gran hombre, que lo malo sólo lo guardaba para casa, cuando le daba por la bebida y esas cosas.
Que tenía a su Encarni, a la que le daba el pecho, y le había salido trabajo para amamantar a otro niño, pero su tía Carmen le aconsejó que se fuera con su padre a Cataluña, que no aceptara ese trabajo de perdidas, que ella podía tener cosas mejores. No llevar esa mala vida junto a un hombre que podía maltratar a su hija.
Y allá fue ella, con su niña..y su marido.
Se encontró viviendo en una barraca al lado de las obras de una carretera. Un cuartucho sucio en el que vivían ella, su hija, su marido, y más niñas que habrían de venir (en concreto: siete). En el cuartucho de al lado: su padre, su madrastra y sus dos hermanastras.
Encontró trabajo en un colegio de monjas. Le costó mucho encontrar algo, porque la gente no se fiaba de los de fuera. Que los catalanes eran muy suyos y le pidieron todos los papeles: de nacimiento, de casados..todos. Le hablaban en catalán y ella no entendía nada. (Que ahora vienen los inmigrantes y tienen su piso en alquiler, y trabajo, pero de mí no se fiaban y era española). Fregaba el colegio y la capilla a cambio de la enseñanza de sus hijas. Recorría 20 km varias veces al día, del cuartucho al colegio, del colegio al cuartucho. Amamantaba a sus hijas y las de las demás.
Y su padre salió en su defensa apalizando a su marido y echándole de la barraca.
Cómo te vuelva a ver por aquí te mato. Te juro que te mato. No le pones ni un dedo más encima a mi hija.
¿Pero cómo iba a vivir yo sin mi marido? Niña, ¿qué voy a hacer yo sin ti, si eres lo que más quiero?
Así que se fugaron y pasaron la noche en una furgoneta convertida en tienda de campaña. Él en un lado, ella en el otro.
Las monjas del colegio le encontraron una casa (fueron siempre muy buenas conmigo), cuya primera planta estaba ocupada por una anciana, en alquiler. Y allí fueron. Su marido comenzó a trabajar en un cortijo. La anciana no usaba agua, así que se la cortaron (¿y tú sabes lo que costaba el alta del agua? ¿y como íbamos a saber cuánto tiempo estaríamos allí?), y ella iba varias veces al día al pozo del pueblo (20km arriba, 20 km abajo) a buscarla (el agua). Hubo años en que lo trabajado en el cortijo no valió de nada a causa de las tormentas y el granizo. Tanto trabajo para nada. Tantas penurias para nada.
Y allí está, abuela abnegada cuidando de su marido enfermo de alzheimer. Pellizcándole pícara diciéndole: ay! lo que me hiciste pasar!. (¡porque era muy celooso!¡muy celoso ha sido!)
Que nosotros no sabíamos lo que eran las vacaciones..
Y aquí estoy, viviendo en el lujo de pisos de 100m2 y apartamentos en la playa. Con vacaciones varias veces al año y trabajando con el mínimo esfuerzo físico. Con la tripa demasiado llena y zapatos a miles. Con tv por cable y conexión de alta velocidad.
Aquí estamos. Sintiéndonos culpables por no estar nunca satisfechos.
Que tenía a su Encarni, a la que le daba el pecho, y le había salido trabajo para amamantar a otro niño, pero su tía Carmen le aconsejó que se fuera con su padre a Cataluña, que no aceptara ese trabajo de perdidas, que ella podía tener cosas mejores. No llevar esa mala vida junto a un hombre que podía maltratar a su hija.
Y allá fue ella, con su niña..y su marido.
Se encontró viviendo en una barraca al lado de las obras de una carretera. Un cuartucho sucio en el que vivían ella, su hija, su marido, y más niñas que habrían de venir (en concreto: siete). En el cuartucho de al lado: su padre, su madrastra y sus dos hermanastras.
Encontró trabajo en un colegio de monjas. Le costó mucho encontrar algo, porque la gente no se fiaba de los de fuera. Que los catalanes eran muy suyos y le pidieron todos los papeles: de nacimiento, de casados..todos. Le hablaban en catalán y ella no entendía nada. (Que ahora vienen los inmigrantes y tienen su piso en alquiler, y trabajo, pero de mí no se fiaban y era española). Fregaba el colegio y la capilla a cambio de la enseñanza de sus hijas. Recorría 20 km varias veces al día, del cuartucho al colegio, del colegio al cuartucho. Amamantaba a sus hijas y las de las demás.
Y su padre salió en su defensa apalizando a su marido y echándole de la barraca.
Cómo te vuelva a ver por aquí te mato. Te juro que te mato. No le pones ni un dedo más encima a mi hija.
¿Pero cómo iba a vivir yo sin mi marido? Niña, ¿qué voy a hacer yo sin ti, si eres lo que más quiero?
Así que se fugaron y pasaron la noche en una furgoneta convertida en tienda de campaña. Él en un lado, ella en el otro.
Las monjas del colegio le encontraron una casa (fueron siempre muy buenas conmigo), cuya primera planta estaba ocupada por una anciana, en alquiler. Y allí fueron. Su marido comenzó a trabajar en un cortijo. La anciana no usaba agua, así que se la cortaron (¿y tú sabes lo que costaba el alta del agua? ¿y como íbamos a saber cuánto tiempo estaríamos allí?), y ella iba varias veces al día al pozo del pueblo (20km arriba, 20 km abajo) a buscarla (el agua). Hubo años en que lo trabajado en el cortijo no valió de nada a causa de las tormentas y el granizo. Tanto trabajo para nada. Tantas penurias para nada.
Y allí está, abuela abnegada cuidando de su marido enfermo de alzheimer. Pellizcándole pícara diciéndole: ay! lo que me hiciste pasar!. (¡porque era muy celooso!¡muy celoso ha sido!)
Que nosotros no sabíamos lo que eran las vacaciones..
Y aquí estoy, viviendo en el lujo de pisos de 100m2 y apartamentos en la playa. Con vacaciones varias veces al año y trabajando con el mínimo esfuerzo físico. Con la tripa demasiado llena y zapatos a miles. Con tv por cable y conexión de alta velocidad.
Aquí estamos. Sintiéndonos culpables por no estar nunca satisfechos.
sábado, julio 01, 2006
Commiseratio
Fue una noche llena de reproches. La que prometía ser la velada perfecta, acabó siendo una letanía de quejidos y conmiseración. Quizá porque ya estaban hastiados. Del otro, de su relación, hasta de ellos mismos.
Todo comenzó con frases sin importancia, hasta que el alcohol les soltó la lengua y comenzaron los ataques entre visillos. Disimulados. Palabras aceradas que se zafaban tras la piel del cordero. Y hacían blanco.
9 años atrás ese mismo paisaje, esa misma terraza.. había sido testigo de las lágrimas de amor derramadas por ambos; que veían separarse sus caminos durante la eternidad de un mes. La misma música de fondo. Casi, casi, la misma gente...
Y hoy, 9 años después, eran capaces de recordar aquel momento sin pesadumbre, sin encogimiento y sin emoción. Eran capaces de malbaratar ese recuerdo, pisoteándolo con palabras lacerantes contra el contrario. Habían pasado de ser semejantes, a enemigos, y no tenían ni idea de cómo había ocurrido.
Por supuesto, éso no les impedía desearse, aún más que el primer día. Pues si el deseo del novato es más dulce y pausado, el del experimentado es voraz y ardiente; y acabaron entre las sábanas de la enorme cama. Mordiendo, añarando, penetrando, gimiendo.
Todo había cambiado.¿Había culpables?
Todo comenzó con frases sin importancia, hasta que el alcohol les soltó la lengua y comenzaron los ataques entre visillos. Disimulados. Palabras aceradas que se zafaban tras la piel del cordero. Y hacían blanco.
9 años atrás ese mismo paisaje, esa misma terraza.. había sido testigo de las lágrimas de amor derramadas por ambos; que veían separarse sus caminos durante la eternidad de un mes. La misma música de fondo. Casi, casi, la misma gente...
Y hoy, 9 años después, eran capaces de recordar aquel momento sin pesadumbre, sin encogimiento y sin emoción. Eran capaces de malbaratar ese recuerdo, pisoteándolo con palabras lacerantes contra el contrario. Habían pasado de ser semejantes, a enemigos, y no tenían ni idea de cómo había ocurrido.
Por supuesto, éso no les impedía desearse, aún más que el primer día. Pues si el deseo del novato es más dulce y pausado, el del experimentado es voraz y ardiente; y acabaron entre las sábanas de la enorme cama. Mordiendo, añarando, penetrando, gimiendo.
Todo había cambiado.¿Había culpables?
Etiquetas
Amor,
Conmiseración,
Deseo,
Madurez,
Momentos,
Queja,
Relaciones,
Reproches
Blup
Powered by Castpost
Había pasado de ser la más popular de la escuela a ser una persona corriente, gris y sin aires de grandeza. A pasar desapercibida. Había sido buena, haciendo siempre lo que le habían dicho, imponiéndose lo justo, yendo por el caminito fijado eligiendo tan sólo el color de las piedras que la acompañaban.
Y ahora se emborrachaba a solas en cualquier rincón de aquella casa, esperando que se le pasara la embriaguez antes de que ellos llegaran, antes de que nadie se diera cuenta. Y se alimentaba a base de cereales, ensaladas y líquidos. De alcohol, de zumos y hierbas milagrosas. Que llenaban su estómago estropeado y convulso.
Coleccionaba cientos de películas que jamás veía, y leía libros sobre incestos, grandes clásicos, y otros que no comprendía. O finjía no comprender.
Dejó de ir a la peluquería porque odiaba que le cortaran las puntas, y se hizo con una máquina de depilar para no tener que ir a ningún sitio. Se compró un piso con su novio de siempre y decidía toda la decoración, pero le dejaba a él las tareas pesadas, permitiéndole que se asara 5 horas seguidas mientras instalaban el aire acondicionado en un piso vacío y de fuego. (Mientras ella se emborrachaba a solas en su otro hogar. Mientras se masturbaba pensando en otros. Mientras veía dibujos extranjeros que la abducían durante horas...)
Trabajaba de lunes a viernes y, en apariencia, parecía todo lo sana que cualquier joven puede llegar a ser. Trabajaba, estudiaba, bailaba, sonreía...Pero su estómago convulso negaba todo y pedía que escucharan su gran verdad.
Los te quiero ya no significaban nada cuando escapaban de su boca. Como un hola o un no sé cualquiera. Mantenía la ilusión en su superficie, cuando en realidad sólo encontraba consuelo en las pocas horas de sueño. 5 horas a lo sumo. Durmiéndose por los rincones durante el resto del día.
Y contestaba a los demás sin escuchar realmente, perdida en sus ensoñaciones burbujeantes que ya de nada le servían.
Se lo habían dado todo, así que ya no valoraba nada. Ni a si misma.
Etiquetas
Ilusión,
Rota,
Sociedad de consumo,
Sueños,
Vida
Suscribirse a:
Entradas (Atom)