jueves, mayo 05, 2005

Transporte público, esa parte de mí

He cambiado el tren por el autobús y el metro por el Tramvia (Me refiero al tranvía. Aunque usaré para nombrarlo su nombre en catalán y propio, que me es más cercano). Y creo que he salido ganando.

Desde pequeña, mi relación con el transporte público ha sido muy estrecha: iba a la guarderia en autobús, con mi madre, y cantando Alaska, Marta Sánchez o Miguel Bosé a las 8 de la mañana mientras miraba por la ventanilla de atrás y me creía Michael Knight o un integrante de El Equipo A en plena persecución.
Después cogí autobús escolar para ir al colegio, dónde todo era juerga y deberes con letras movidas. Y más adelante, para lo mismo, el público. Incluso me permitía la licencia de hacer un cambio de mochila en una parada del camino para ir del colegio a la escuela de música.
Ese autobús hacia el recorrido hacia la derecha.
Luego pasé al instituto, y cogía otro que iba recto y a la izquierda. El recorrido era distinto, pero se trataba del mismo traqueteo adormecedor y asientos almohadillados.

Cuando comencé la carrera me hice asidua a las vías con los Ferrocarriles Catalanes, la Renfe, y el metro.
Los Ferrocarriles son tranquilos y acompasados, con un ritmo muy marcado y algo brusco, pero te acabas acostumbrando. La Renfe es más ligera y veloz. Si no cojes un buen asiento (que suele ser lo normal), tienes que tener cuidado con no salir volando o caer al suelo. Pero tienen música clásica de vez en cuando, llegas enseguida a tu destino y si consigues sentarte apenas notas que estás sobre unas vías. Sólo notas la velocidad y las rápidas paradas, que te inyectan cierto dinamismo y ganas de conocer mundo.

El metro..qué voy a contar. Es el punto de reunión de la flora y fauna de Barcelona. Si nunca has estado en el metro, nunca has visto una gran ciudad. Y además cada línea tiene personalidad propia y su talante característico. Un ejemplo de las dos más conocidas: la línea roja (L1) y la línea verde (L3).
La línea roja es como un "a todo gas" sin freno. "Abarrotao", céntrico, rápido, descuidado..Te tiene tan entretenida con sus ocurrencias, detalles o deficiencias que aunque sea más o menos agradable...siempre estás distraída.
La línea verde es lo mejor. Con toda esa gente tan arreglada, perfumada... Esas abuelas emperifolladas hasta decir basta, y, para dar otro punto de vista, las hordas de estudiantes que dan el punto juvenil. Es la parte alta del metro. Más tranquilo, algo más acogedor..y más elitista. Cuando un especimen típico de la línea roja (o la azul..ya puestos) se cuela como por despiste en la verde..se nota. Y los dueños del reino verde cierran filas y excluyen al visitante.

Pero harta de las constantes huelgas de los trabajadores de todos los trenes, después de casi 5 años..he vuelto a mis orígenes autobuseros. Y esto es gloria.
Ahora los autobuses son más modernos. Se han apuntado a la moda de la tarjeta y ya todos incorporan su maquinita para poder picar (ojo, que en los urbanos sí, pero fuera del extrarradio esta tecnología era desconocida hace apenas 5 años). Los asientos siguen siendo cómodos, aunque con la misma cantidad de polvo, y si consigues un buen asiento..he comprobado que mi capacidad de abstracción mientras me llevan de viaje (que siempre hasido mayor en el autobús que en los trenes) sigue siendo la misma.
Continúan teniendo ese poder hipnótico que siempre han ejercido en mí. Y vuelvo a tener 5 años. Sólo que ahora no miro por la ventanilla de atrás y canto en voz alta el "A quien le importa", sino que enfundo mi PDA y sueño despierta con actuaciones improbables, viajes maravillosos o escenas subidas de tono (hay para todos los gustos.)

Aquí también depende mucho del conductor, claro (éste es un factor que el tren no tiene), pues mientras el de la mañana me lleva a saltos hasta la ciudad y intento hacer callar a Arús mediante el volumen máximo de mi reproductor...el conductor de la tarde es suave y elegante como una gacela y voy leyendo Los Miserables tan abstraída que casi me paso la parada.
Tampoco va mal este orden, la verdad, teniendo en cuenta que por la mañana necesito estar alerta (no vaya a dormirme) y por la tarde estoy más cansada y sólo me apetece algo de relax.

Cuando bajo del autobús llega el producto estrella (o al revés si es a la vuelta: primero producto estrella y luego autobús), mi nuevo descubrimiento, ese nuevo viejo lujo de Barcelona: el Tramvía. A quién sea, gracias.
Este Tramvía nuestro es de una elegancia pasmosa. Sin ruidos, sin giros, sin paradas bruscas...todo en él es sigiloso y tranqulizador (y recto)...excepto la velocidad, al menos cuando se tiene prisa(sí, ya sé que parece contradictorio). Pues es de una calma pasmosa.
Pero cuando no se tiene prisa..es gloria. Picas tu ticket con total orden, la gente es tan educada que se aparta o espera su turno para hacer lo mismo, y la luz del día entra de una manera reconfortante por todas las ventanas.
Además, puedes enfrascarte como nunca en la visión de Diagonal: sus tiendas, su gente, el ajetreo matinal...y parece que hasta el olor del café servido en las cafeterías de astronómicos precios llega hasta ti.
Pero todo con mucho orden, y con tecnología punta. Esos botones enormes, con flechas verdes que se encienden cuando se va a abrir la puerta..son lo más. Y esas puertas silenciosas, sin escalones ni fallos de ningún tipo...O las mismas paradas, tan sencillas, en medio del asfalto, con su verdor insultante invitándote a dar un paseo sin esfuerzo.

Yo siempre digo que con lo que me llevo gastanto en transporte toda mi vida y los quebraderos de cabeza que me han dado, me tenían que pagar ellos a mí para premiar mi fidelidad, pero en el fondo en el fondo..¡me hacen sentir tan cosmopolita! Sobretodo ahora que subo al Tramvía. :).

7 comentarios:

ABA dijo...

Que rico es leerte!!!

Yo odíaba el transporte público en mi ciudad cuando era niño, pero cuando entre a la secundaria le empecé a agarrar savor. Lo mejor vino cuando viví en Glendale Arizona (EE.UU.) Otro mundo!! tan comodos, tan amplios, tan bien organizados. En esos Buses termine La casa de los espiritus, Cuentos de Eva Luna, entre otros. Viajar en bus es tan relajante, es donde más reflexionas. Yo también me sentía todo un rock start cantando a los creedence,Eagles, Heroes del silencio, etc. Puedes Conocer a tanta gente, desde la más bulgar a la más interesante. Viajar en bus siempre es bueno si lo haces con tiempo.

amstel dijo...

A mi también me gusta, bueno "gustaba" coger el tranvía, la única ciudad en la que viví que tuviera es Amsterdam, en Sevilla había pero no sé por qué lo quitarían, parece que de nuevo resurge este transporte...; en Madrid cada vez soporto menos el metro, y me estoy acostumbrando a coger el autobús...con tanta gente para todos lados hay veces que es inevitable coger el metro,y el coche para que contarte..., el metro es lo más practico para llegar a tiempo, en fin transportes, yo siempre adoraré a la bici, mi bici!!!!la echo de menos, es el transporte perfecto.
Bueno un saludo, y gracias por la visita.
;-)

Zifnab dijo...

Yo sería muy partidario de los tranportes públicos si no fuera porque: soy incapaz de leer en el autobús. Como los niños pequeños, es leer una línea y marearme, y claro eso a ciertas horas de la mañana en que el estómago no se ha aposentado aún, no es recomendable. Y en mi ciudad no existe un mundo utópico de personas calladas que se apartan a tu paso. Hay personas robocop que enfocan un sitio y hacia alli que van se les ponga lo que se les ponga por delante... Salvo el tren, eso si. ¿¿¿Sabías que los románticos consideraban que el tren era el fín de la poesía y de la lírica???. Y ahora es el único medio que te mece y te acompaña, o al menos a mí. Y le tengo ganas al tranvía, pero en mi ciudad no toca, aunque apetezca.

Laura dijo...

Yo ODIO el transporte público pero sólo los días laborables. Cuando no tengo prisa por llegar a los sitios, me encanta montarme en el bus y ver pasar la vida.

Kaloni dijo...

El viajar es un placer.
Gracias por pasarte por mi blog.
Escribes con sangre, como diría Nieztche, y si me permites, me seguiré pasando.
Un abrazo.

illa dijo...

Uau! Kaloni, eso es lo más bonito que me han dicho en la vida!!(Y más diciéndolo con palabras de mi idolatrado Nietzsche)
Zifnab, el tren no es sólo el que único que mece y acompaña, sino que yo diría aún más: debe ser el único sitio en que la media de lectores españoles sube enormemente (pero si todo el mundo va leyendo! luego no entiendo las estadísticas..)
Yo dónde no puedo leer es en el coche:P ahí sí me mareo!

Y sí, me pasa como a vosotros, por supuesto odio el transporte público cuando llego tarde, cuando suben los precios, cuando va lleno..pero bueno, también tiene su lado bueno, a veces :).

Pervertido dijo...

Me gustan los transportes públicos, me gusta rosarme con la gente y que la gente se roce conmigo (no por nada sexual, aunque pudiera parecerlo). Me hace sentir vivo.