viernes, enero 13, 2006

De trópicos y libertades


Que Henry Miller era un nihilista, iconoclasta y artista. Precursor de la generación beat.
Genio en ensalzar lo burdo y la mediocridad a niveles de obra de arte. Vitalista y libertario. Rebelde. Pionero.
Nadie me explicó nunca nada de Henry Miller, ni de Jean Genet, Céline, Burroughs o Kerouac.
Sólo me hablaban de Cervantes, Bequer, Lope de Vega, Kafka..y hasta ahí. Parece que murió Kafka y ya no fue necesario introducir más escritores en los temarios. Mucho menos si son extranjeros.
Pero yo no iba a hablar de eso.
Que Henry Miller se zambullía en la miseria, se arropaba con ella, se inundaba de todo lo soez...y lo iluminaba. Nos mostraba así las carencias de un sociedad alabada, y al mismo tiempo cómo no todo lo vituperado es malo. Que lo humano es bueno. Que el sexo, lo escatológico, los errores, las maldiciones...son tan humanas y válidas como todo lo demás, o más.
Este inundarse en el barro para conseguir sacar lo mejor a la superficie me es familiar. Es lo que yo, inconscientemente (aunque ya no tanto), hago. Ir a lo oscuro e inundarme de ello para quitarle importancia y despertar. Y entender (Que no es oro todo lo que reluce. Que hay cosas que no relucen, y son oro) .
Decía Miller que vivir sus deseos, agotarlos en vida, es el destino de toda existencia.
No sé si es el destino. Es lo que todos deseamos, pero ni siquiera sé si es lo correcto. ¿No nos convierte eso más que en meros ególatras?
Su huida de toda colectividad y convención social, su rechazo a la sociedad y su total desvinculación...me parecen del todo válidos y loables como reivindicación y dejan su mensaje claro. Cumplió un objetivo en un momento determinado: aportó otras visiones que consiguieron despertar sectores dormidos de la sociedad, y hacer que lucharan por cambiar cosas censuradas y visiones estancadas e involutivas. No calló. Era necesario.
Pero como acto individual: simplemente machacar y escapar de todo. Rehusar sociedades. Tener como objetivo el propio ombligo... Éso acaba llevando a un punto muerto del que debe ser difícil escapar.
Sin unión dudo del cambio. Sin visión general, no hay avance.
Así acabó todo: comido por el capitalismo. Ese gigante que crece y crece, que arrasa con todo a su paso y parece no tener rivales. Supongo que porque su fuerza, precisamente, reside en el uso del conjunto, de la colectividad, del la unión hace la fuerza; y mira su propio ombligo, pero ataca al de sus posibles enemigos (¡y cómo!). Y así avanza y avanza (a saber hacia dónde, pero de momento no hay punto muerto).
Pero Miller fue un paso necesario. Nos dijo que lo que diferencia a la mayoría de los hombres de unos pocos es su incapacidad para actuar de acuerdo a sus pensamientos (y en eso aún estamos). Defendió la liberación sexual y moral. La libertad en mayúsculas. Y a él gracias.
Pero no puedo defender la libertad absoluta, sin ley o valores que nos rijan. No puedo defender el desligamiento total de las sociedades para pasar a ser individuos regidos por propios deseos.
Y en ésto estoy con Vargas Llosa, pues yo tampoco creo que un individualismo tan extremo nos llevara a otra parte que no fuera la época del garrote y el gruñido.
En ello no veo más que caos, y desorden. Pues incluso en los libros de Miller, famosos por su brillante desorden, existía la coherencia de la escritura.

7 comentarios:

reuben dijo...

W. Blake , otro al que se lo lee poco, decía que el que desea y no obra engendra peste.
Se podría agregar que también hay que considerar el deseo de los demás. Solidaridad con el deseo: qué linda frase.
Vaya tema que has tocado, da como para pensarlo un rato.

giovanni dijo...

Leí tu comentario a mi post sobre Los jóvenes del mundo y estoy completamente de acuerdo contigo. Saludos.

ladhu dijo...

Buenas elecciones literarias. No deja de sorprenderme lo variado y lo extenso. Besos!

Anónimo dijo...

Vaya cacho de egocéntrico era el tal Henry. Pero, qué capacidad de transmitir sus pensamientos.
Y a Mona le ponía los cuernos, pero cuando creyó que se los ponía ella... No veas que número le montó.
Si tienes ocasión, te recomiendo que leas el diario de Anaïs Nin, amiga íntima de Henry Miller durante la estancia de este en París.
Una joya.

coco dijo...

Deberias dejar la sopa de letras. ¿Has probado con la de maravilla?

illa dijo...

Te haré caso Pau, y de paso leeré algo de ese tal Blake reuben, que me ha picado la curiosidad;)

Ladhu, en la variedad está el gusto..dicen ¿no? Lo cierto es que a mí me usta casi absolutamente de todo, una ventaja y una condena (saber que jamás podré leer todo lo existente me da rabia!)

coco, es que no soy muy de dopas..pero quizá tengo que probarlo a ver:P:

illa dijo...

uy, sopas, no dopas (en qué estaría yo pensando)