SKY CAPTAIN Y EL MUNDO DEL MAÑANA (“SKY CAPTAIN AND THE WORLD OF TOMORROW”, Kerry Conran, 2004)
Antes de entrar en detalles sobre este curioso film, cabe hacer algunas apreciaciones respecto a su origen y desarrollo, harto peculiares. “Sky Captain yel mundo del mañana” nació en forma de cortometraje cuando los hermanos Conran, Kerry y Kevin, se propusieron demostrar que con la tecnología de un simple ordenador personal se podían obtener unos resultados nada despreciables. El productor Jon Avnet, seducido por el proyecto, quiso transformarlo en una película para la gran pantalla que, contando con grandes medios económicos, obtuviera los papeles protagonistas y el soporte digital más avanzado, pero manteniendo,eso sí, al debutante Kerry Conran como responsable de su realización y escritura. Como se deducirá de lo dicho, la cinta que nos ocupa es un extraño híbrido entreacción real y animación, puesto que la mayoría de escenas fueron rodadas con los actores sobre la denominada “blue screen” (“pantalla azul”), para añadir a continuación los decorados y paisajes generados por ordenador por donde se mueven. Llevando esta reconstrucción de la realidad al extremo, basta señalar que el fallecido Laurence Olivier “interpreta” el personaje del Dr. Totenkopf gracias al “corte y confección” que se llevó a cabo con imágenes de archivo pertenecientes a otros títulos en los que figuraba el actor.Con este atípico largometraje de aventuras y ciencia-ficción retro-futurista, Kerry Conran ha querido rendir un generoso homenaje a aquellas películas, folletines televisivos y publicaciones pulp que durante las décadas que abarcan desde los años 30 hasta los 50 popularizaron el género, llegando a constituir para muchos su época dorada, y por los que el director siente indudable afecto.
La decisión de crear artificialmente los escenarios, por tanto, no fue gratuita,ya que las imágenes producidas por ordenador se adaptaban mucho mejor a la construcción de ese universo propio, alejado lo suficiente de la realidad y bastante cercano al espíritu del cómic.
En efecto, el fruto de este experimento con la tecnología digital muestra una factura visual despampanante. Los edificios de la metrópolis y sus interiores, con un estilo art déco, y los parajes naturales resultan irreprochables. Del mismo modo, la recreación de los ingenios mecánicos y los artificios que protagonizan los combates aéreos impresionan en su concepción por ese ajustado desajuste entre modernidad y nostalgia. Asimismo, los colores de la cinta sufrieron un tratamiento especial acorde, viéndose teñidos por un virage sepia que imita la fotografía antigua.
Decididamente, la cuidada puesta en escena, y el trabajo asombroso que han llevado a cabo desde el departamento artístico y de efectos especiales merecen holgados elogios. El concepto, tanto estético como en espíritu, que se proponía revivir ese mundo retro-futuro cargado de ingenuidad ha encontrado en el diseñode producción un excepcional aliado..
Desafortunadamente, si “Sky Captain y el mundo de mañana” es una virguería formal, sus aspectos dramáticos no invitan al mismo entusiasmo. Por un lado, la película se levanta como un aparador tan sofisticado y artificioso, que la historia que nos explica se ve contagiada por un tono frío, metálico, y aunque dinámica, nunca se llega a vivir con intensidad. Por otro, el propio guión intenta emular el ánimo inocente de aquellos viejos relatos que mezclaban aventuras, romance y acción, pero se hace excesivamente blando y liviano en contenidos, pareciendo a menudo que el hilo argumental sea una mera excusa para el lucimiento de las batallas en el aire o de los complejos emplazamientos dónde se desarrolla la acción.
El neófito Kerry Conran se perfila como un realizador eficaz, no obstante, su talento se limita más a labores creativas —o recreativas—que al pulso de la narración. Faltará ver cómo evoluciona en adelante, y si su imaginación es tan fértil cuando no pisa en terrenos por los que siente auténtica devoción —hablando de devoción, no se queda atrás su cariño por “El Mago de Oz”—.
“Sky Captain y el mundo de mañana” es, sin duda, una experiencia original, en parte por su excepcional belleza plástica, en parte por su conseguida ambientación, que recupera con nostalgia un periodo de la ciencia-ficción muy estimable. Con todo, su flojo guión desmerece en buena medida el extraordinario esfuerzo técnico que se encuentra detrás, y la distancia que mantiene con el espectador es otro de los handicaps a salvar.
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