sábado, diciembre 10, 2005

Snowball

Queridos M. Y C.,

Ya está aquí de nuevo la Navidad. Parece mentira. Otra vez otro año que pasa. Uno nuevo que llega. Y todo en un abrir y cerrar de ojos. Aunque en realidad, no tanto. ¡Han pasado tantas cosas desde entonces!
Desde aquel año en que me regalasteis la bola de nieve de Mafalda. Y nada más cogerla se me escapó de las manos, rompiéndose en mil pedazos. Era una bola de nieve fantástica. La mejor que he tenido nunca. Aunque sólo la tuviera durante 5 segundos.

Ahora las navidades son menos entrañables, en parte porque no estoy con vosotros. Nosotros, la pequeña isla, aquí a lo lejos, en la otra punta del mundo; y todos vosotros allí, en el infinito.
Pero la vida sigue avanzando y, este año en particular, lo ha hecho a pasos agigantados. Supongo que tengo muchas cosas que celebrar; o esperar que muchas cosas salgan bien (sería el otro punto de vista).

Me he hecho mayor. He crecido.
Éstas son las primeras navidades en las que tengo la sensación de haber vivido ya muchas. Nunca antes me había pasado. Las vivía como si fueran la primera, llena de ilusión por el gran futuro que me profetizaban.
No es que este año no tenga la misma ilusión, pero ha tardado más en llegar. Y lo vivo todo como un gran deja vu.
Acabo de poner el árbol (si no lo pongo yo, nadie en esta casa lo pone, ya lo sabéis, aunque luego se enfaden cuando tardo en ponerlo). Blanco y dorado. Lleno de nieve artificial. Y ese simple acto ya ha sido algo más mecánico que otros años. Menos espontáneo.
Os compré las postales navideñas. Algo tarde. Casi se me olvidan. Nunca antes se me habían olvidado. Pero eso sí, me he vuelto igual de loca al encontrarme frente a ellas y no he podido controlarme, así que he acabado comprando más de la cuenta. Tengo hasta por lo menos dentro de dos años. ¡Pero eran tan bonitas! Carísimas, pero preciosas. Además, os las merecéis.

No os voy a negar que estoy algo asustada. Me he metido de lleno en la boca del lobo y me siento como caperucita en medio del bosque tenebroso, siendo espiada por miles de amarillos y relucientes ojos con terribles fauces bajo ellos. Pero debo asumir este riesgo. El precio a pagar por convertirte en adulta.
Sé que los resultados futuros me reconfortarán. En realidad ya lo hacen. Cuando vengáis a visitarme y os muestre mi primer hogar como adulta, estoy segura de que también compartiréis mi ilusión. Pero de momento, no puedo evitar que la sombra del monstruo ensombrezca un tanto esa visión. Creo que es inevitable. Es causa de la inseguridad, de la esperanza. Es causa del desear avanzar siempre, del tener sueños y aspiraciones. Éso también lo sabéis.

Pero a pesar de todo este desasosiego general, estoy contenta. He recibido mi primer regalo de Navidad, por anticipado: una tarjeta que dice mucho. Os la envío para que la guardéis y de vez en cuando os sintáis orgullosos de mí. A ésto también se le llama crecer e ir avanzando, ¿verdad?.

¿Tiene C. ya blog?¿O su página web? Espero que sí. No debe desperdiciar un talento como el suyo, ni dejar de azuzar la conciencia de la gente por lo que unos intereses empresariales digan. Si necesitáis algún asesoramiento, mío o de J., aquí estamos. Hasta entonces, felices fiestas y os deseamos un próspero año nuevo.
Brindaremos por todos vosotros desde aquí. Ojalá el año que viene podamos hacerlo juntos, después de tanto tiempo.

Un beso y un enorme abrazo.

I.

4 comentarios:

Seattle dijo...

No solo me alegro de que esa bola que dices se te deslizara entre los dedos, sino que además me alegro de tu espíritu navideño, que hasta te hace escribir en rojo, que seria de los puestecillos o de nuestro maravilloso corte ingles, a mover el bolsillo, que son fiestas para estar en familia...
Muchos besos...

Anónimo dijo...

La bola de nieve me recuerda Citizen Kane. El bolazo que al principio del flashback tira contra el letrero de su casa. La bola que cae de sus manos en su final, con la casita dentro: el recuerdo de una infancia feliz aunque truncada que nunca olvidó, pero no supo liberar. Es mejor romper la bola antes. Felices días.

Buttercup dijo...

Necesito de un poco de espirítu navideño

Zifnab dijo...

No acabo de entender muy bien porque hay que pagar un precio para llegar a ser adulto. No se donde está la gracia del tema como para que encima haya que soltar parné. pero asín es y es una de esas leyes de vida que me gustaría saber quien promulgó para echarnos unas charletas.

Disfruta si te queda algo de ilusión por las navidades. Los niños perdidos no somos sino quienes olvidaron que es eso.

Se feliz