Me recogerás, y haremos el amor.
Después necesitaré tiempo, y haré la práctica del máster, mientras tú te entretienes con alguno de tus populares hobbies.
Beberemos cerveza mientras tanto. Y así me despejaré.
Me burlaré de tus defectos; de los míos, y quizá veamos una de aquellas películas de Serie B que tanto adora Tarantino. O una de las que no.
La analizaré en mi cabeza, comparándola con todos los prototipos de precuelas vistas y con lo que recuerde de mis indagaciones. Tú disfrutarás en el punto álgido, cuando yo ya me haya aburrido, y, una vez terminada, sonreirán nuestros ojos.
Hace años que lo dimos por perdido. La coincidencia. Y ya ni nos importa.
En mi cabeza, le daré vueltas a la vida de Thomas Mann, mientras tú repasas las condiciones de la hipoteca.
Cómo te necesito.
6 comentarios:
Lindo! El libro "Der Tod in Venedig" me espera para ser leído (me gustó el film) y felizmente mi hipoteca es muy baja. Un saludo dominical, Giovanni
Vaya, a eso se le llama ser práctica... je je.
Me gusta. Para ser feliz, hay que saber burlarse de los defectos de uno mismo.
Un abrazo
Aunque suene a broma, tu post recoge uno de los secretos de la convivencia en pareja. La tolerancia. Sin duda seréis felices... pese a la hipoteca y los suegros. ¿Te han regalado ya el dormitorio?.
Claro, polos iguales se repelen y polos distintos se atraen, es genial!!
Post precioso, como las piedras, formado bajo la presión de toneladas de almas inquietas.
que bonito tu post
y que bonito el amor
me has pegado una bofetada de ternura que me ha puesto muy blandita.
¿será porque yo también siento que le necesito?
un besazo.
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