Es María Antonieta una película totalmente personal y subjetiva. Subjetiva desde el momento en el que, lo que se busca, es ahondar en el sentimiento de esa reina adolescente desde el punto de vista del siglo XXI, y desde el momento en el que en lo único en que se centra es en ese personaje y su vida en Versalles.
No busquéis más. Porque de eso se trata. No de la situación política de la época, no de una crítica a la sociedad burguesa, ni siquiera, de la biografía de la protagonista (por eso estaba de más ver su final en ella) Sino, simplemente, de esa parte de su vida que la determinó, la definió y la catapultó a la memoria colectiva.
Maria Antonieta es, ante todo, una película para los sentidos. Y a través de su magnífica dirección de arte, fotografía, puesta en escena, interpretaciones (bueno), banda sonora y contrastes y juegos visuales (tal cual videoclip y lenguaje publicitario), se llega a hacer sentir al espectador aquello que la protagonista siente, percibe o la rodea.
La incomprensión, la ignorancia, la impotencia… el refugio en la frivolidad. La exaltación de esa frivolidad (tan característica de ese siglo, y, en ese sentido, la película sí retrata de algún modo la sociedad burguesa de entonces, con las pelucas como símbolo de status y los chismorreos como entretenimiento vano), son algunos de los sentimientos que consigues percibir y entender. Hacer tuyos, porque son suyos. Y eso sin que, absolutamente nadie, diga una palabra sobre ello en toda la película.
Al mismo tiempo, Sofia Coppola hace gala de su dominio audiovisual al resumir mediante simples fundidos a negro, elipsis y transiciones, eventos que llevaría varios minutos describir, y que el espectador percibe en breves lapsos de tiempo, gracias a la gran utilización de los recursos de los que el cine dispone: imagen, sonido y enorme capacidad narrativa y de síntesis.
En resumen, es una amalgama de incitaciones a los sentidos que llegan, seducen y atrapan en su mundo; similares a aquel helado de fresa que probamos, nos conmueve, y somos incapaces de describir.
Bueno, que a mí me ha encantado, pero a los que prefieran una narración tipo presentación-nudo-desenlace (o algún tipo de narración con inicio y final), una biografía rigurosa de inicio a fin, una profundización en los entresijos sociales y políticos de la época…que se olviden. Ésto va de Maria Antonieta en Versalles visto con calidoscopio del s.XXI (y de forma exquisita y cuidada 100% en su lenguaje audiovisual, eso sí). Y ya está.
La BSO, genial.
4 comentarios:
Pero ... es posible la objetividad? y en caso de ser posible, es deseable?
No me importaría verla aunque solo sea para escuchar en directo la banda sonora que si que es una pasada
Ya te diré
Por si acaso este fin de semana me veo Babel para irlo valorando
Tomo nota. Genial el pensamiento. Me haré de la BSO. Besos
Sofia me parece una de las mejores directoras (directores) contemporáneas. Con esta su última película, creo, demuestra tener un gusto excepcional. ¿A quién se le ocurre no incluir el final de la vida de María Antonieta en un filme que en ella se centra? Y aún así me conmovió. Me conmovió esa escena en la que se oye la voz de su madre, que le está escribiendo una carta, mientras en pantalla María A está asomada en un balcón, la cámara alejándose. Esa escena no la puedo olvidar, y hace ya tiempo que podría haberla olvidado. Así como no me olvido de la cena del final. Otras aún retumban por mis recuerdos y me vuelven cuando busco ejemplos de belleza fotográfica. Una belleza fotográfica muy por encima que la de avatar. Es mi opinión.
Feliz 2010. Este comentario es como anacrónico :D
Publicar un comentario