lunes, octubre 09, 2006

Del origen a la identidad

De pequeña, y en realidad aún, mi cuento preferido era/es uno de la entrañable escritora Ana Maria Matute: "Sólo un pie descalzo". La protagonista era una niña fantasiosa y despistada que siempre perdía un zapato, y a la que sus primos y hermanos hacían la vida imposible.
Creo que me sentía identificada con esa niña porque también yo perdía los zapatos (yo los dos) y vivía en mundos de fantasía. Supongo que fue ahí cuando empecé a darle importancia a mis zapatos.
Había otro cuento. Uno en el que los instrumentos cobraban vida; vivían en casas y eran orgullosos, gentiles o avaros.
Me sedujo tanto la personalidad del oboe que elegí tocar ese instrumento en la escuela de música. Pero no lo enseñaban, así que opté por el orgulloso, valorado y siempre respetado piano, con su cuerpo lacado de negro.

En mi escuela de música todo me parecía extraño. Los niños tenían las cabezas muy grandes y no comprendía del todo su dinámica. Tenía el impedimento del idioma, y yo diría que del acento y las costumbres.
Sabían mucho, dominaban magistralmente su instrumento, afinaban y tenían una relación paterno-filial con los profesores.
Me volví tímida en pro de no cagarla. Algunos días me sentía bien y otros, incómoda.

Me reía mucho con Josué. Quizá porque era el único qe hablaba en castellano, y resultó ser el más extrovertido, así que me abrió las puertas de la adaptación. Josué no tenía el hábito de estudiar, pero sí el don de la genialidad y el talento (Ahora vendrá tu padre derrapando con su Lancia Delta...y me hacía reir).
Genís era un niño de voz de pito, apariencia frágil, y todo bondad. A Cris la miraba con distancia, porque su alegría y su espontaneidad me asustaban algo (visto desde el silencio de la admiración). Y algo similar me pasaba con Dani, que tenía un ojo verde y otro azul, era alto, grande, y hablaba en tono de tajante conclusión.
Fueron los últimos años los de mayor acercamiento, risas y reflexión.

Tras 7,8,9 años... la cosa se complicaba, y yo iba a la escuela de música como quien madruga cada mañana, coge el autobús en la misma parada a la misma hora o lava los platos después de comer: sin fijarse, de forma automática y con algo de fastidio.
Me cambié a música moderna, y entré en una atmósfera bohemia que a mí me pareció de duchos y que no creí fuera conmigo. Así que, cuando fui a estudiar bachillerato al pueblo al que la primera toma de contacto con esta comunidad y la música me habían unido, lo dejé.

Cuando empecé en ese instituto, muchas caras me eran conocidas: aquél tocaba el violín, aquella; el piano. Él hacía canto, y ella lo dejó hace tiempo.
Esa escuela tambien fue mi adaptación al nuevo instituto.

Y el pasado viernes, ahí estaba, con los amigos que dejé y nuestras nuevas vidas sobre la mesa. Y ahí estaban algunas de las caras de mis 9 años, ya adultas.
Genís es profesor de música y trompeta en un colegio y en la escuela de música. Tiene una voz grave con la que ha tenido problemas y la misma mirada frágil y bondadosa. Ana también da clases de música, y sustituye a mi ex-profesora de piano de vez en cuando: a la moderna Lola.
Cris hizo turismo, Laura es consultora informática (se casa en Junio). Josué lo dejó y es carnicero (pero sigue manteniendo la larga melena).
Hay una chica que sigue teniendo la cabeza igual de grande que antaño y yo...yo me metí en publicidad.

Partir del mismo punto y caminar por tan diferentes caminos. ¿No es curioso?

9 comentarios:

Zifnab dijo...

Siempre es interesante recuperar los afectos. Saber que fue de lo que ya ha sido...

Nos unen cosas. Mi escritora favorita es la que tu mencionaste. Y siempre me gustó el oboe, pero no por como sonara, no sabía ni como era, sino por el nombre. Me gustaban tantas vocales juntas. También me dio por el fagot un tiempo, tampoco se como sonaba

Se feliz

ladhu dijo...

El crecer de manera tan diferente, a pesar de partir de la misma base, es lo que nos hace sentirnos vivos!

giovanni dijo...

Por casualidad leí hace un par de días tu post de dos años atrás sobre el piano olvidado y, no me vas a creer, leí el mismo día las primeras páginas de un libro que saqué de nuestra biblioteca, por azar, no, porque me atrajo el título, "Primera memoria" de... Ana María Matute. Me gustaron esas primeras páginas de Matute y, ahora, me gusta tu relato. Coincidencias graciosas.
Un saludo

Anónimo dijo...

¡Si te contara!
A veces pienso en esto, muchas veces.
Y si hubiese hecho eso o aquello. Si hubiese...
Pero eran otros tiempos.
(He cerrado la crisálida y abierto otro blog y otra dirección de correo)
Un abrazo.

Ligeia dijo...

Eso es la vida, cada paso que damos hace que creemos nuestro futuro, nuestra propia vida.

Un saludo.

kancerbero dijo...

Lo realmente tenebroso sería que todos los que empezamos haciendo lo mismo acabáramos haciendo también lo mismo, no?

Quita, quita.

Anónimo dijo...

Simplemente fantástico y paradójico. I Love You! ;)

MentesSueltas dijo...

Hermosas letras, gracias por compartirlas. Me prometo releerlas luego. En realidad te visité para saldar mi deuda... hace mucho que no lo hacía y hoy cumpli...

Dejo un cálido abrazo desde Buenos Aires...

MentesSueltas

illa dijo...

Ya tenemos aún más en común Zifnab. Yo tampoco sabía como sonaba el oboe, me enamoré de un personaje de cuento :).

Chocoadicta, tienes razón, ¡esa sensación es! Si te ha recordado ese sentimiento, es que me he sabido expresar. Me alegro :)

Jaja pues sí Giovanni. A veces el azar tiene estas cosas;)

Pau, te sigo. Y tengo tu link actualizado ;).

Jaja jolín, pues visto así, tienes razón Kan! Sería como un libro de Stephen King o Anne Rice...uuh :s

I love you too Steam!;)

Un beso y abrazo a todos. Sé que últimamente estoy muy ausente y me alegra que alguien se acuerde de esta dirección de pasos perdidos:P
Lo dicho, un beso.