martes, enero 24, 2006

Realidad. Introducción.












-Follamos tres o cuatro veces a la semana, cuando nos vemos- profirió Carla, apurando distraídamente la última calada de su cigarrillo antes de aplastarlo contra el cenicero de la cafetería.
Sus compañeras la miraban entre divertidas y atónitas.
"Ya sé lo que pensáis"- se decía-"pero me importa un bledo".
-Pero...¿estás segura de lo que vas a hacer, Carla? - le preguntó una de ellas tímidamente.
-Nunca he estado tan segura de algo en mi vida-
Se miraban entre ellas, y Carla sabía que nunca la comprenderían, dijese lo que dijese.
-¿Veis este cigarrillo?-les espetó- Es mi último cigarrillo, y éso es precisamente lo que voy a hacer con mi actual vida (y con todas vosotras, panda de alimañas)-
Veía la compasión en sus miradas, se daba cuenta de los comentarios que circulaban a su paso:
¿Ya lo sabes?
Sí, se ha ido a vivir al campo..¡sola!
No sólo eso: resulta que se ha echado novio allí, y va a dejar el trabajo para dedicarse a él. Dicen que incluso va a las reuniones de punto de cruz con las mujeres del barrio.
Siempre creí que era un poco autista...
Y así eternamente.¡Qué les den!

Cuando se había trasladado definitivamente a ese pueblucho de mala muerte cerca de las montañas, todos pensaron que no era más que una locura pasajera.
-El estrés- decían- seguro que allí encuentra la tranquilidad que necesita durante un tiempo-
Nunca habían conocido persona más urbanita que Carla, y para ellos, que el súmmum del relax era un spa y que el concepto de naturaleza se resumía en zoo, su inusitado traslado se debía a una simple extravagancia.
Pero cuando llegó contando que se había echado aquel novio pueblerino, tercero de cinco hermanos, que había aprendio a cocinar empanadillas caseras en su cocina, o lo bien que se lo había pasado en las fiestas del pueblo...no podían más que fruncir el ceño y darla por causa perdida.
La gota que colmó el vaso llegó cuando anunció su dimisión para dejar de trabajar definitivamente, al menos en la ciudad.
¿Se había vuelto loca?

Pero Carla sabía bien lo que hacía. Había nacido en la ciudad, crecido en la ciudad, vivido, viajado, adentrado en todo tiempo de ciudades; y nunca le habían aportado más que promiscuidad, estrés, consumismo y experiencias con un pederasta.
Al principio nada de eso le había parecido mal. Lo malo que le había sucedido había sido por causas ajenas, y lo demás; bueno, lo demás era lo que hacían todos. Lo que se suponía que se debía hacer y que, por supuesto, debía hacer ella.
Hasta que se preguntó hasta qué punto merecía la pena vivir para algo que no fuera ella misma.


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2 comentarios:

ladhu dijo...

Nos pasamos la vida buscándonos... y a veces, nos encontramos, pero otras muchas no hacemos más que dar tumbos de un lado a otro.

Seattle dijo...

Ese es el planteamiento que me ronda a mi en la cabeza, creo que vamos hacia unas ciudades tétricas, miserables y sin escrúpulos, que terminaran asfixiándose, por el contrario, creo que el pueblo volverá a resurgir...... Es cíclico y creo que la ciudad necesita un declive para poder resurgir.... Me alegro por Carla..... Creo que los que se adelantan a los cambios son los que triunfan.... Solo hay que tener valor y confianza.....
Besos.....