Hay veces en que me pregunto a qué se debe el que sintamos más afinidad hacia unas personas que hacia otras. Qué es lo que hace que entre alguien y yo haya lo que se dirían "buenas vibraciones" o por el contrario, que no simpatizemos en absoluto.
Y no me refiero al mero hecho de, una vez establecida la relación, compartir aficiones, opiniones o formas de ver la vida similares (aunque en este aspecto, también me pregunto si no será todo en realidad causa de la educación que hemos recibido cada uno, tanto en la unidad familiar como en la escuela, y que por sus semejanzas hace que esas dos personas dispares acaben asemejándose en ciertos aspectos..Quiero decir que si una amistad tan sólo es debido a esto, me siento algo defraudada). Sino a ese sentimiento de, aún sin saber nada de la otra persona, simplemente por un cruce de saludos o acciones (como compartir un ordenador, un saludo, cruzar caminos en los pasillos ..) ya percibir que realmente la cosa no "cuaja". ¿Una especie de sexto sentido sobre compatibilidades?
El caso es que a mí me ha pasado esto infinidad de veces, al igual que me ha pasado lo contrario: simpatizar al momento con alguien compartiendo un simple "Hola".
Pero la cosa se agrava cuando intentas subsanar esas aparentes diferencias o esa quizá errónea percepción de la otra persona. Entonces estableces temas de conversación, sonríes, eres amable, tratas de quitar algo de hierro al asunto en cada frase...y no haces más que meter la pata una y otra vez.
Porque resulta que descubres que realmente esa persona y tú pareceis vivir en polos opuestos. No acabáis de estar de acuerdo en ningún tema y cada comentario lleno de buena intención se convierte sin querer en una puñalada.
Entonces es cuando vuelco los reproches en mi persona y me pregunto si después de todo no seré alguien lleno de prejuicios que juzga a los demás de manera injusta. Pero es que no lo puedo evitar. No es que me incomode que los demás piensen diferente a mí, en realidad eso es lo que enriquece nuestras vidas y me encanta debatir y ver las cosas desde otros puntos de vista..Pero luego me encuentro ante la sorpresa de que una persona con la que se supone debería tener cierta afinidad..no se preocupa ni de leer la Constitución Europea, porque, por supuesto, no piensa votar, ya que, cómo no, "vote lo que vote harán lo que quieran"(o_o) y "no vivimos en una democracia (o_o)" Ante estos comentarios se me escapan expresiones despectivas y gestos de alarma. Y vista la situación, está claro que el tema política queda relegado a otros posibles compañeros de debate.
Pero pasamos a literatura y descubro con horror (sí, con horror, y quizá no debería ser así), que la persona en cuestión desconoce totalmente a las hermanas Brönte o a Scott Fitzgerald (o_o)mientras trata de profunda El Código Da Vinci.
Ante esta desbandada de meteduras de pata me replego en mí misma y prefiero no soltar prenda, mientras que en mi fuero interno la imagen que tenía de esa persona va ganando puntos en negativo a una velocidad vertiginosa.(Y a modo de anécdota decir que la última fue cuando defendía que carné era carnet y no carné, y ante mi segura afirmación de que lo correcto era carné, hizo oídos sordos y únicamente se fió del diccionario de la Real Academia (sin ni siquiera agradecerme el comentario o reconocerme la razón cuando vio que así era). Bueno vale, en este caso lo que me molestó fue más su actitud que el hecho de que desconociese la palabra, pues otros compañeros tampoco lo sabían y no le di mayor importancia) Y ésto no hace sino hacerme sentir injusta y mal, porque parece que estoy tan llena de prejuicios que el simple hecho de no conocer a un autor haga que me relacione menos con una persona.
Pero juro que no es así, sino que es todo un conjunto de malas sensaciones agravadas por conocimientos y puntos de vista dispares, que hacen que esa nimia distancia que parecía separarme de la otra persona se convierta en todo un precipicio por salvar.
Por supuesto también me ha pasado lo contrario, gente con la que parecía coincidir en todo pero con la que, supongo que esta vez más por temas de caracteres, tampoco he llegado a simpatizar. O por el contrario, personas con la que no parezco compartir nada (que no les gusta la literatura (por poner un ejemplo), o que en su vida han visto una película de David Lean (por poner otro ejemplo ), pero que se han convertido en personas muy queridas e importantes para mí.
Bueno que teniendo todas estas dispares experiencias tanto por un lado como por el otro..me encuentro algo desorientada en cuanto a las relaciones se refiere y no encuentro explicación lógica al por qué con algunas personas me encuentro tan bien, y con otras tan mal..quedando descartada como posible respuesta el compartir o no puntos de vista, aficiones o caracteres similares.
sábado, febrero 26, 2005
miércoles, febrero 09, 2005
"Las bellas durmientes", Yasunari Kawabata
Destila por todos sus "poros" (si así se puede hablar de un libro) una sensibilidad abrumadora, a flor de piel, una sensibilidad excesiva. Sus páginas rezuman ese olor dulzón característico de algunas flores que, por lo dulce, se hace insportable. Que eriza el vello y provoca una mueca de repulsión casi involuntaria, que repugna en exceso.
Y parece mentira que ese rechazo sea debido precisamente a su extremada belleza. A la certeza con que utiliza el lenguaje para hacer sentir. Y SENTIR así en negrita y mayúsculas, porque mientras leía cada frase, era yo el viejo transportado a la cama de las "bellas durmientes", mirándolas, percibiendo su tacto, su olor, sus pieles..Aspirando la mezcla de aromas y sensaciones. Yo tocaba sus pechos, yo me apretujaba contra sus caderas, yo sentía el deseo de tocar sus lenguas y de estrangularlas. Y sin atisbo de deseo carnal o pensamientos lascivos en ello.
Leo las reseñas del libro y Vargas Llosa me habla de placer y erotismo. ¿Placer? No sé si había placer en sus páginas, sólo sé que tengo un mal sabor de boca causado por el exceso de sensibilidad sentida, que me han arrancado la piel a tirones y me han erizado cada músculo sin pasar por su capa protectora.
Y a pesar de lo bello..es empalagoso. Nunca un libro me había hecho sentir esto. Es extraño y gratificante, a la vez que incómodo.
Otra pareja de contrarios en mi vida.
Y parece mentira que ese rechazo sea debido precisamente a su extremada belleza. A la certeza con que utiliza el lenguaje para hacer sentir. Y SENTIR así en negrita y mayúsculas, porque mientras leía cada frase, era yo el viejo transportado a la cama de las "bellas durmientes", mirándolas, percibiendo su tacto, su olor, sus pieles..Aspirando la mezcla de aromas y sensaciones. Yo tocaba sus pechos, yo me apretujaba contra sus caderas, yo sentía el deseo de tocar sus lenguas y de estrangularlas. Y sin atisbo de deseo carnal o pensamientos lascivos en ello.
Leo las reseñas del libro y Vargas Llosa me habla de placer y erotismo. ¿Placer? No sé si había placer en sus páginas, sólo sé que tengo un mal sabor de boca causado por el exceso de sensibilidad sentida, que me han arrancado la piel a tirones y me han erizado cada músculo sin pasar por su capa protectora.
Y a pesar de lo bello..es empalagoso. Nunca un libro me había hecho sentir esto. Es extraño y gratificante, a la vez que incómodo.
Otra pareja de contrarios en mi vida.
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